
Ya avizoran el país… y más allá también: «Queremos soñar en grande aunque empecemos poco a poco», afirman


No es aceite, no – aclara doña Fidelina Saavedra, una de las fundadoras de la Cooperativa de Mariscadoras de Las Cruces -, y nos da una sucinta explicación:
Este es un extracto de alga para hacer la base para las cremas, el champú y el jabón. Aquí está el jabón, este es el jabón, que también es más suave.
¿Este es un producto totalmente natural?
-Sí, el extracto. No tiene químicos, ni preservantes, ni nada.
¿La idea de ustedes es patentarlo y comercializarlo?
-Sí, esto ya está patentado; el extracto y el jabón. Solo la crema todavía no la tenemos patentada; nos faltan algunos detalles.
¿Cuál es el próximo proyecto? ¿Qué planes tienen ustedes?
Nuestro objetivo es vender el producto a nivel nacional e internacional. Queremos soñar en grande, aunque empecemos poco a poco.
¿Tienen alguna fecha estimada para tener ya el producto de la crema facial?
-No; no todavía. La crema facial requiere un proceso más largo. Es demoroso porque hay que obtener unos permisos, y eso cuesta.
Las empresas también son un tema, no podemos avanzar tan rápido.
¿Ustedes conforman la primera cooperativa que hay en la región… y en el país?
Me parece que sí… Somos las primeras que trabajan con el alga y hacen cosméticos a partir del extracto de alga.
¿Cuántos socios tienen?
Somos 10 socias y un socio. El nuevo socio entró por herencia, tras la muerte de sus papás.
¿Algo más que quiera decir?
No mucho, solo darle las gracias.
Muchas gracias

Doña Fidelina Saavedra, co-fundadora de la Cooperativa de Mariscadoras «Puesta de Sol», de Las Cruces, El Tabo
¿Podría identificarse, por favor?
Buenas tardes. Mi nombre es Paola Núñez, pertenezco a la cooperativa de mariscadoras «Puestas de Las Cruces». Soy la secretaria.
¿Cuántos años lleva funcionando esta cooperativa?
Esta cooperativa lleva alrededor de 25 años
Las vemos muy bien, fortalecidas, tienen una linda sede. ¿Cuánto ha costado llegar hasta aquí?
Todo esto ha sido muy difícil durante estos años. Cuando recién empezamos, los hombres no creían en nosotras. Decían que no éramos capaces de tener una cooperativa, que más bien íbamos a ser un centro de madres, más que nada.
Ahora – como usted ve -tenemos nuestra propia cooperativa, porque ya no podemos llamarla solo «sede».
Contamos con hottainers que usamos como laboratorios para preparar nuestras propias cremas y extractos de productos del mar. Estamos trabajando en eso y vienen más proyectos en el futuro.
¿Se sintieron discriminadas por los hombres?
-Totalmente; fuimos completamente discriminadas… Además, en ese entonces teníamos las «polleras», que eran mujeres que ayudaban al buzo a entrar sus cosas, como los plomos, las redes, todo lo necesario para que pudieran trabajar. Luego, cuando ellos salían del mar, también ayudaban a sacar la mercadería, como mariscos y pescados. A cambio, ellas recibían una «polla», que era un poco de mariscos como remuneración. Ya no se ve mucho eso porque ahora lo hacen más los hombres, pero antiguamente muchas mujeres ayudaban al buzo.
¿Algo más que quiera agregar?
-No, está bien. Muchas gracias.

Paola Núñez, la secretaria de la Cooperativa «Puesta de Sol»


