Me llamo Viviana Cornejo González, tengo 58 años y pertenecí al rubro del sector pesquero artesanal, desde el año 2000 hasta el 2008 aproximadamente; durante ese tiempo participé activamente y fui la primera presidenta del sindicato «Mártires del Mar», que se conformó después del sindicato «El Coral», el cual fue el primero en formarse en San Antonio en los primeros meses del 2000, que llegó a tener 45 socias.

¿Qué significó para San Antonio, para ustedes y para sus hogares, formar este sindicato?
Tomó relevancia en el año 2000, cuando las mujeres se organizaron y se hicieron visibles en San Antonio. Antes de eso, las mujeres no eran reconocidas en el ámbito de la pesca artesanal. Con la formación de los sindicatos, las mujeres establecieron un vínculo con los pescadores artesanales, y eso nos permitió trabajar desde nuestras casas, sin necesidad de bajar a la caleta. Fue un cambio significativo para la economía familiar, ya que muchas de nosotras sustentábamos nuestros hogares con este trabajo. En mi caso, el vínculo era muy personal, ya que mi exmarido era el patrón de las encarnadoras de nuestro sindicato.

Tengo entendido que en esa época en San Antonio se formaron muchos sindicatos de encarnadoras, llegando a agrupar a unas 800 personas, ¿es así?
Así es. Se conformaron 6 sindicatos: «El Coral», «Mártires del Mar», «Estrellitas del Mar», «Las Morenas de 30 de Marzo», «Mujeres del Futuro del Coral», «Fuerza de Arauco», «Fileteadoras y Encarnadoras de Pacheco Altamirano», y «Montemar», todas estas mujeres encarnaban en Puertecito.

¿Qué significó para San Antonio tener esta fuerza de trabajo? ¿Las autoridades comenzaron a tomarlas en cuenta?
Sí, las autoridades empezaron a reconocernos, y también fuimos visibles para los pescadores artesanales. Recibimos mucho apoyo de dirigentes del sector pesquero, como Mario Ayala, Cristian Miranda y Temo, un dirigente de los sindicatos de buzos. Tuvimos reuniones con diputados y senadores, y logramos que las mujeres encarnadoras fueran reconocidas en la Ley de Pesca… e se incluyó a una mujer encarnadora en el Consejo Nacional de Pesca. La Ley fue nefasta para el sector artesanal. Las cuotas que le asignaron a los pescadores no eran suficientes, lo que los llevó a dejar de trabajar con espineles y comenzar a usar redes de malla. Eso afectó directamente nuestro trabajo, ya que dejaron de necesitar nuestros servicios para encarnar. Además, la red de malla no es selectiva,…
Exacto, la red de malla no selecciona los peces, y la cuota de los pescadores artesanales no les alcanzaba para trabajar de manera rentable. Al final, la industria terminó acaparando los recursos y dejando a los pescadores artesanales, y a nosotras, sin trabajo. En San Antonio, 800 mujeres quedaron sin empleo.

¿Qué hizo la autoridad para reubicarlas o ayudarlas a encontrar otras oportunidades?
Lamentablemente, las autoridades no hicieron nada significativo. Nosotras buscábamos que el gobierno nos subsidiara o nos indemnizara por habernos dejado sin trabajo, pero no logramos nada. Lo único que conseguimos fue un centro de encarnado en Pelancura, un galpón grande con todas las comodidades, pero cuando lo recibimos, ya no teníamos trabajo. Perdimos nuestro centro y todos los recursos invertidos. Este hecho de que ya no hay recursos y lo fuerte que fueron los sindicatos, con 800 personas, todas mujeres… yo lo encuentro fantástico, un grupo de mujeres extraordinarias.

¿Sintieron – especialmente tú en tu sindicato «Mártires del Mar» – alguna discriminación dentro de un mundo que es casi ciento por ciento masculino, como el de la pesca?
Sí, creo que en algún momento nos sentíamos pasadas a llevar por los hombres, pero muchas de nosotras, como dirigentes, logramos que los pescadores artesanales entendieran que éramos muy importantes para ellos, en parte por el trabajo que realizábamos. Aprendimos a ser buenas dirigentes y a conocer mucho sobre la ley de pesca. Nosotras nos manejábamos en esa época sobre cómo iba la discusión de la ley. Tuve la suerte de tener a Cristian Miranda y Mario Ayala, quienes nos daban clases de ley de pesca todos los sábados. También conocí a Miguel Leiva, un hombre muy inteligente de CONAPACH, que se dedicaba a enseñarme en qué iba la ley de pesca. Todos mis conocimientos se los debo a esos dirigentes. Gracias a ellos aprendí a desenvolverme mucho mejor en la dirigencia. Mi objetivo siempre fue que todas las mujeres hablaran en la misma sintonía y que tuviéramos las mismas peticiones para el gobierno, porque no estábamos pidiendo una caja de mercadería, estábamos pidiendo trabajo para el resto de nuestras vidas.

Se han escuchado rumores de que se quiere reactivar la organización. ¿Es cierto?
Sí, las mujeres nos hemos estado reuniendo desde el año pasado. Hay una agrupación que se llama «Agrupación Mujeres del Mar», cuya presidenta es Mónica Valenzuela, una mujer muy buena, luchadora.
Ella nació en la Caleta Pacheco Altamirano y ha encarnado desde niña. Sintió que era necesario que las mujeres volvieran a reunirse. Desde la municipalidad, junto con Camila Olivares, hicieron un documental donde yo conté la vida que teníamos antes de que la ley de pesca nos perjudicara. Hablé de todo lo que habíamos formado junto a mis compañeras, y ahora esta agrupación está haciendo visible nuevamente a las mujeres. Somos 170 mujeres. Nos estamos juntando con mujeres de la región de Valparaíso y también de otras regiones, con mujeres nacionales del sector pesquero artesanal. Vamos a aprender nuevamente en qué está la discusión de la ley de pesca, ya que sigue perjudicando a las mujeres de todo Chile.

¿Qué van a discutir si no hay recursos?
No hay recursos porque la industria sigue explotando el mar. Sin embargo, si seguimos insistiendo en que se le entreguen más cuotas a los artesanales, podríamos volver a trabajar. Si los recursos fueran como los de antes, el año 2000, los pescadores volverían a necesitar nuestras manos para salir a pescar. Además, en nuestra agrupación hay mujeres fileteadoras que han seguido trabajando en Pacheco Altamirano. Ellas filetean todos los días cuando los pescadores regresan.

Para lograr que los recursos resurjan, me imagino que lo primero que tienen que hacer es prohibir esas artes de pesca destructivas, como las redes, y controlar a los barcos pesqueros que están a 200 millas, ¿no es así?
-Claro, si en esta nueva ley que están legislando le quitaran recursos a la industria y se los entregaran a los pescadores artesanales, y prohibieran que la industria pesque dentro de las millas donde operan los artesanales, el recurso podría repoblarse. Así podríamos volver a ser trabajadoras del sector. Eso es lo que esperan mis compañeras. El sueño de Mónica es que estas mujeres se hagan visibles y fuertes. Y ya hemos logrado cosas. Desde abril, 85 mujeres de nuestra agrupación han obtenido su permiso de pescador artesanal, y están listas para salir al mar. Muchas de ellas sueñan con pescar, y ahora tienen su permiso para hacerlo.

Y esta agrupación de Mujeres del Mar, presidida por Mónica Valenzuela, ¿tiene personalidad jurídica?
Sí, estamos conformadas legalmente… En septiembre, organizamos una feria en la plaza de San Antonio para visibilizar a estas mujeres. Muchas de ellas se han reinventado, haciendo pan amasado, empanadas, vendiendo ropa o plantas. Mónica logró esto a través del apoyo de la municipalidad de San Antonio, lo que ha sido clave para hacer visible a estas mujeres.

Viviana, ¿hay algo más que quieras decir sobre este gremio, que tú conoces muy bien?
Bueno, durante mi tiempo como dirigente, pasé
por todas las etapas: desde quedarme atrás hasta estar al frente. Fui el blanco principal de críticas de mis compañeras dirigentes porque aprendí mucho sobre la ley de pesca y cómo explicarla a los diputados y senadores. Fui la primera presidenta de la Federación de Mujeres que se conformó entonces, pero mis compañeras se unieron y me sacaron.
Para mí, volver a estar en este sector ha sido muy importante. Siempre he luchado para que la pesca artesanal sea de los pescadores artesanales. No pretendo que solo las mujeres sean visibles; lo que debe ser visible es el trabajo de los pescadores. Sin ellos, no tendríamos trabajo, ya que dependemos de los recursos que ellos traen.
Nunca logramos que los pescadores artesanales y las mujeres tuvieran previsión, porque ambos trabajan de manera informal, sin un sueldo fijo. Intentamos conseguir previsión para cotizar y tener una pensión, pero no lo logramos. Ahora, muchas mujeres se preguntan de qué van a vivir cuando lleguen a la edad de jubilar. En San Antonio, las mujeres y los pescadores artesanales generaban muchos recursos a diario, y el dinero se movía en la ciudad. Desde que las mujeres desaparecieron y la pesca disminuyó, la cantidad de dinero que circula también ha sido menor.
En San Antonio, las mujeres y los pescadores artesanales generaban muchos recursos a diario, y el dinero se movía en la ciudad. Desde que las mujeres desaparecieron y la pesca disminuyó, la cantidad de dinero que circula también ha sido menor.

¿Y qué pasó con la Federación de Mujeres?
La Federación de Mujeres murió el día que dejé de ser presidenta. No es por ego, pero el día que dejé de ser la presidenta y Miriam González asumió, nunca más nos reunimos, nunca más hicimos una reunión, nunca más supimos qué podíamos hacer. Además, el centro de encarnado se le había entregado a la Federación, y todo lo que habíamos logrado quedó detenido.
Y ahí quedó todo… Ahí quedó, y ahí murió.

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